lunes, 25 de abril de 2011

EL POLLITO EN LA MEMORIA: LHARDY (O COMO QUEDARSE HELADO)





Trabajando yo en una afamada multinacional, mis jefes, fueron capaces de encomendarme la ardua labor de sacar de paseo a un destacado visitante de nuestra empresa.
La visita era de varios días y era el mes de agosto y como ya sabréis, agosto en Madrid es una ciudad casi muerta y muchos restaurantes disfrutan de sus merecidas vacaciones, por lo que se encuentran cerrados. El visitante en concreto, lusitano de nacimiento y neojerseyano de adopción, tenia un Mercedes igualito al de JR, en la serie Dallas (no, no juego) y tras haber estado otros días con él por lo mejorcito de Madrid, a su costa, debería de llevarle donde deseara.
Una de esas noches cenando en Combarro, le pregunté que quería comer, a costa de la empresa claro está, respondiéndome, que le encantaría probar el cocido madrileño, ya que en el país vecino, se hacia con mas cerdo y algo salado, distinto al de aquí, por lo que le gustaría comprobarlo.
Tras consultar, se me ocurrió llevarle a Malacatín (C/Ruda) famoso por la gran cantidad que allí se come, al intentar reservar mesa, sorpresa mayúscula, Malacatín estaba cerrado por reforma y yo sin saber que hacer, le pregunto que donde puedo ir a tomar el típico plato.
Amablemente me recomendaron dos afamados restaurantes del Foro especializados en Cocido, La Bola y Lhardy, que tras pronunciarlo me envían un mensaje subliminar “pero Lhardy, es Lhardy”. Yo ni por lo mas remoto, pensé en las palabras del emisor, que en ese momento confundí (no sé por qué) con Hylogui en Ventura de la Vega, no podía ni pensar en un precio excesivo.
Tras quedar en la castiza Puerta del Sol fuimos andando a el restaurante por la Carrera de San Jerónimo y me topé con Lhardy, en ese momento empezaba a recordar las palabras que salían del aparato telefónico, “Lhardy es Lhardy” y también me di cuenta de mi error de ubicación. Lhardy, fundado enn 1839 y situado en el número 8 de la Carrera de San Jerónimo, cerca de Las Cortes, se encuentra la tienda, para en el primer piso ver, que de nuevo la había liado, como en los viejos tiempos. (ver Suntory 13-IV-2009)
No salió una Geisha, ni me quitaron la chaqueta ya que era agosto (por cierto, Lhardy ahora cierra en agosto) pero el palo se veía venir a la legua. Un salón con el suelo de madera que se hundía al pisarlo unos pocos milímetros, haciendo un ruido que suena a tiempos pasado, un decorado del Siglo XIX con maderas antiguas y un bellísimo espejo con relojes y adornos plateados. Nos invitaron a tomar asiento, en una mesa redonda, con un mantel blanco con bordados y cubertería de plata.
En honor a mi invitado, tomamos de aperitivo dos oportos, antes de degustar el cocido que había encargado el día anterior. Para tomar el cocido me recomendaron un Viña Ardanza, creo recordar que encima era del 82.
Tras tomar el dulce vino, llegó la sopa, de fideos gruesos, con taquitos de jamón, casi iguales, sin que abundaran ni escasearan, el caldo sin una gota de grasa, con un color amarillo, con una ligera tonalidad de verde claro pistacho. Un exquisito sabor, con un ligero toque a hierbabuena, sin disfrazar los tradicionales sabores destacando el mencionado jamón.
Como todos sabemos, luego llegan los garbanzos, con su patata y repollo. Para aderezarlo con tomate frito en una jarrita plateada a juego con la aceitera y vinagrera. Los garbanzos de calibre grande, eran todos uniformes y ninguno de ellos despellejado. Con un exquisito sabor, mantecosos y tiernos, tiernos.
El relleno junto al resto de viandas, morcillo, chorizo, morcilla, tocino, etc.. uniforme y esponjoso y las carnes tiernas y suaves, no muy sazonadas y jugosas.
Para finalizar, posiblemente uno de los mejores cocidos del mundo, un postre suave, recomendado por mi invitado un crep flambeado con naranja y los obligados cafés, para digerir tan opípara comida.
Ni se me ocurrió, ofrecer una copa, chupito, ni similares al otro comensal, por que esperaba un golpe en la nuca o en la frente. Se acercaba la hora de la verdad, la cuenta. Aunque yo pagara, la empresa desembolsaría el dinero, pero…………. Primera comida, palo de órdago. Era el año 91 o 92, cinco tenedores, en aquellos tiempos estos restaurantes, tenían un 33% de IVA, por ser de lujo. Llega el platito plateado, del mismo tono que la espátula quitamigas CHAN, CHAN, CHAN, 25000 pesetas, contantes y sonantes de aquellos maravillosos años. Mi cara se debió quedar como la de un poema, cuando Fernando, que así se llamaba el ilustre invitado, me dijo “no se preocupe Señor Pollito, si le despiden, yo le contrataré”
En fin me salve de esta, con algún que otro comentario, pero mas tarde no me salvo nada ni nadie. Una cosa aprendí “Lhardy es Lhardy”
ESTA ENTRADA ESTA DEDICADA A MERZE, EFÍMERA ESCRITORA DE ESTE BLOG, QUE QUIERE COMER EN LHARDY

No hay comentarios: